Lago Constanza Una escapada por su orilla alemana |
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Una cantidad ingente de agua que se encuentra entre tres países, ha sido el centro de atención de la vida de muchas ciudades y gran foco de trabajo y ocio. El Lago Constanza, desde la zona Alemana, nos enseñará historia, nos dejará con la boca abierta y sobre todo, nos mostrará la belleza de unos paisajes increíbles.Texto: Patricia Hervías Fotos: Josep Guijarro |
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Abrazado por los Alpes y la montaña Jura, de más o menos 395 metros de altura, el lago Constanza parece estar excavado en la roca. Lo miro con atención mientras el vehículo me conduce a la primera parada: La isla de Mainau, o isla de las flores. Esta gigante obra floral fue realizado por el conde Lennart Graf Bernadotte que, en 1955 se convirtió en Presidente de la Sociedad Alemana de Horticultura. En 45 hectáreas reunió 250 especies de rododendros y azaleas, espectaculares rosales, coníferas y secuoyas gigantes así como jardines de frutas tropicales. Todo ello en un escenario mágico coronado por un precioso palacio barroco del siglo XVIII, construido por Johann Caspar Bagnato, que reúne todos los años a los Premios Nobel. Dispone de 68 habitaciones y su fachada está custodiada por el escudo de armas del arzobispo Clemens August von Willelsbach. A su lado la bella iglesia barroca de Santa María, cuyos diseños interiores retratan a la perfección la época en la que fueron maravillosamente realizadas. Caminé hechizada por los colores y aromas por este lugar repleto de naturaleza y tranquilidad hasta alcanzar el llamado pabellón de las Mariposas. Aquí pude disfrutar de diversas especies de mariposas tropicales que volaron a mi alrededor con total armonía. Esto se consigue al tener la perfecta temperatura y humedad, construyendo un hábitat totalmente real para estos insectos que no se esconderán de nosotros cuando cacen o coman. Regreso al nivel del lago bajando por el lateral de una cascada de estilo renacentista veneciano y adornada con flores. Miro al firmamento y veo volar un enorme Zeppelin sobre nuestras cabezas. Pronto averiguaré que estoy en la cuna de estos dirigibles. La ciudad de las meretrices Mis pasos por la ciudad me internan por callejuelas y lugares que no han cambiado mucho desde la Edad Media. O, al menos eso es lo que parece por su arquitectura por su imagen de villa comercial. Me encuentro en la orilla sur del Rhin, y desde el puente por donde hemos accedido se observa la Pulverntum, que fue una torre que se construyó en el primer tercio del siglo XIV en el noroeste, como pilastra angular de la fortaleza de la ciudad. En algunas épocas fue usada como prisión. Otro lugar indispensable es el Markstätte, sobre todo para ir de compras, antes conviene detenerse a admirar la fuente Imperial. Creada en 1897 por Hans Baur, fue retomada más adelante para instalarle un pavo de varias cabezas, que representa la orgullosa iglesia que se regía en el pasado por tres papas, y que llevó al concilio de la ciudad. Sin olvidar la Münsterplatz, donde podemos encontrar restos de una fortaleza romana que se puede ver a los pies de la Catedral de Nuestra Señora. Fue construida sobre las ruinas de un castillo romano tardío que después pasó a formar parte de la reforma protestante y sufrió algunos cambios. Pero lo más curioso de este bello lugar es su cripta, que tiene cuatro discos de oro de la época original que se remonta al siglo XI. O la rotonda de San Mauricio que es una réplica de la tumba de Cristo en Jerusalén y data del 940. Este era punto de llegada de peregrinaje en la Edad Media, como ejemplo del camino Suabio hacia Santiago de Compostela. El mejor invento, el Zeppelin La isla de las solteras Una anécdota poco conocida es que la palabra Taxi fue “acuñada” aquí. Los culpables: la hoy conocida familia Thurn und Taxis. Éstos, desde hacía ya siglos en Italia, tenían un servicio postal que recorría toda Europa. Como estos servicios atravesaban varios paises y ciudades, mucha gente aprovechaba para subirse en uno de aquellos coches de los Taxis y recorrer el camino que necesitaban. Nos dicen que en 1182 frente a esta iglesia, se autorizó un mercado y además este era lugar de ajusticiamiento. Lo curioso es que a las monjas del convento, las llamaban las de la orden de las tijeras de oro pues decidían que reo podía vivir o no cortando la soga que les iba a ajusticiar. Las calles de esta población son bellísimas, en ella hay balcones que se llaman “paraisos”, donde se colocaban las mujeres que tenían prohibido salir de casa sin su marido y pasaban las horas bordando, cantando o pintando. Llegamos a la Torre de los Ladrones, a cuyos pies se levanta una capilla dedicada a San Pedro y en la que podemos entrar para disfrutar de una estatua al soldado desconocido. Pero sin embargo, lo más interesante son los frescos del lugar obra de Hans Holbein el viajo y los del ábside que nos muestran la coronación de María con Dios padre, hijo y un espíritu santo humano, pero sin rostro. Continuamos hacia el edificio más fotografíado de Lindau, se trata del ayuntamiento de 1422. En 1972 se renovaron las fachadas de acuerdo co los diseños creados en 1885 por Munich Josef Widmann que Hitler había sustituido durante la Guerra. Y como buena isla, también tiene un faro, conocido como Mangturm que fue construido en el siglo XIII y que representa un punto destacado de las antiguas fortificaciones de Lindau. Mi última parada tiene lugar en Meersburg, una ciudad de indudable estilo medieval con bellas casas de entramado. Pronto descubriré que, junto al turismo, el motor económico de la ciudad es la producción de vino. Sus viñas descansan ordenada y respetuosamente en las laderas de las colinas que la circundad y sus bodegas, tabernas y almacenes de vino, llenan sus calles. Recorriéndolas me doy de bruces con la entrada al castillo de Meersburg, el más antiguo de Alemania. Según me explica su propietaria, Julie Naebl-Doms, fue erigido por el rey merovingio Dagoberto I para proteger a los marineros. El castillo, sin embargo, fue incendiado por el duque Gottfried de Alemania y reonstruido 80 años más tarde por el rey carolingio Carlos Martel. Sus paredes también albergaron a la poeta nacional Annette von Droste-Hulshoff, contemporánea de Goethe o los hermanos Grimm y que murió en este castillo víctima de una neumonía. Me lo cuenta Julie mientras atardece con una copa de vino y la música de un piano. ¿Se puede pedir más?. • |
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